De Vetustate. Antología Poética. Compilador: Celedonio Orjuela Duarte

De Vetustate. Antología Poética. Compilador: Celedonio Orjuela Duarte
Grabado. Antonio Samudio

Saturday, November 24, 2012

Las tumbas

Por Carlos Andrés Almeyda Gómez


Sin puntos cardenales
Once pensadores en el presidio
Celedonio orjuela Duarte
biblioteca Libanense de Cultura
Bogotá, 2011
370 páginas

201252_10150212029088669_788798668_8351167_8149958_oCeledonio Orjuela Duarte presenta hoy en la 24 Feria Internacional del Libro de Bogotá su suma de ensayos sobre escritores en el presidioSin puntos cardinales (Biblioteca Libanense de Cultura), a las 11 am en la sala madre Josefa del Castillo, aquí una breve reseña y un adelanto del libro. También se presentará Cristianismo y anarquía, ensayo de León Tolstói que hace parte de la colección de Cuadernos Anarquistas de la Editorial Domingo Atrasado.
Culpado por toda suerte de pasiones y conductas impropias, el harto conocido Divino Marqués de Sade pasó gran parte de su vida en prisiones y manicomios. Tanto la muerte como el deseo hermanaban sus fuerzas para ayudarle a denostar de un sistema político en el cual él mismo siempre tuvo, no obstante, una posición privilegiada, aunque aquello de la libertad fuese siempre impugnado por el Statu quoy la moral.
Familiar algo distante, según algunos investigadores, de la Laura a la que cantase Petrarca, Sade no es otra cosa que un reo. No tanto por una patología, como lo quiere vender al mundo el miope sentido del morbo y el cliché de lo non sancto, sino por tratarse de un erotómano con un complejo sentido de lo político a quien se privó de ejercer su humanidad. Caso no tan cercano pero de relevancia en tanto castración de esos apetitos del cuerpo, se encuentra, sin ir más lejos, en Villon, Jean Genet o el mismísimo Oscar Wilde, apresado por darse a la poco encomiable tarea de “delinquir” en términos de pudor y recato victoriano. Sus hilarantes episodios libidinescos junto a “hermosos mancebos” le llevan al encierro, nada más que la resultante de un programa de castigo, yugo de aquel poder acechante que, como ocurre al Yahvé vengador de las escrituras –cual Gran Hermano orwelliano–, castiga el conocimiento con el exilio: todo lo externo al paraíso no es otra cosa que una cárcel. Wilde es, de esta forma, condenado a esta suerte de ‘destierro’, como lo refiere Celedonio Orjuela (El Líbano, Tolima, 1956), en su libro Sin puntos cardinales, estudio alrededor de once escritores en el presidio:
Oscar, que se decía hijo típico de su siglo, no contó con la violencia de la hipocresía de la sociedad inglesa que tanto criticaba, pero de la cual también se aprovechaba. Wilde con su doble vida, convencional y clandestina, recurrió a la ley moral y recibió su respuesta invertida. El padre, recriminado en nombre de la moral, se convirtió en acusador del inmoral, y por medio de estratagemas sutiles, consiguió condenar a Wilde a la pena máxima de dos años de prisión a trabajos forzados.
Oscar_WildeSe trata pues, de una suma de ensayos críticos alrededor de la prisión como imagen fundacional de la creación literaria en autores tan disimiles como lo fueron Cesare Pavese o George Jackson, este último emblemático líder de las Panteras Negras cuyas cartas desde la oscura celda se transcriben y analizan en este libro. Dedicado por algo más de una década al trabajo pedagógico en talleres literarios en cárceles colombianas, Orjuela descifra una serie de postulados alrededor de la censura, el castigo, el mal y la enfermedad, vistas como peste que debe ser aislada para evitar su propagación. El libro recoge, así mismo, ensayos sobre Osip Mandelstam, Miguel Hernández, Fray Luis de León, Nazim Hikmet, César Vallejo, y Álvaro Mutis, este último llevado al encierro por otra suerte de ‘delitos’.
Resulta ser un libro para sátiros, paganos que seguimos intuyendo que aquellas libertades de pensamiento son más que letra muerta, la literatura, como bien decía Sade, es el único universo de imposibles, la puerta hacia ese sofisma del mundo actual, la libertad.
Deja Orjuela, en este libro, la sensación de impotencia y, de paso, acomete con una suma bien lograda de poemas –traducidos en su mayoría y con las versiones originales del ruso, italiano, francés e inglés– que acompañan su estudio. Cabe por lo menos entender trasuntos como aquel por el cual Mandelstam –artífice del acmeismo– abdicara por supuesta locura de su condición antistalinista para elaborar una suerte de poema laudatorio para quien le expulsara de sus terruños, obligado así a regresar al rebaño de la logia estatal, o, como bien resalta Orjuela, al entender el curso de esa guerra civil española por la que Miguel Hernández sufriese los vejámenes del presidio:
Hernández padece en carne propia la ira de las hordas fascistas por considerarle cómplice de la muerte de su dirigente. De madrugada era sacado de su celda, para luego ser torturado con largas golpizas en los riñones.El 7 de mayo de 1939, es encarcelado por unos días en la ciudad de Huelva para luego ser trasladado a la Penitenciaría de Sevilla.
Nazim Hikmet

Nazim Hikmet

Por allí, se encuentra el lector avesado con el curso de la torpe noción de la ley, por la cual Fray Luis de León dejara su cátedra para ir a pasar un buen tiempo en el encierro para regresar como si apenas hubiese pasado un día,  dicebamus hesterna die, decía. Me detendré finalmente en Nazim Hikmet, mi autor favorito, y a quien Orjuela hace un bello ensayo, “Poesía conversacional”, y trae a colación varios poemas entrañables:
Dormirse ahora,Y despertar dentro de cien años, amor míoNo.No soy un desertor,Mi siglo no me asusta:Mi siglo miserable, escandaloso,Mi siglo valeroso, grande, heróico.No me ha pesado nuncaHaber venido demasiado pronto al mundo.Al siglo veinte pertenezco, y me llena de orgullo.Me basta con estar ahí donde estoy,Entre vosotros.Y con luchar por un mundo nuevoDentro de cien años, amor mío-No. Porque pronto y a pesar de todo,Mi siglo moribundo y renaciente,Mi siglo cuyos días finales serán bellos,Mi terrible noche desgarrada por gritos de amanecer,Mi siglo estallará de sol,como tus ojos, amor mío.
Una buena forma de asomarse a lo universal desde la infame puesta en escena del presidio.

1 comment:

Anonymous said...

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